Tu víctima interna es esa parte de tu interior que tiene puesto el foco en todas las injusticias que te ocurren. Tanto que a veces ve injusticias donde no las hay. Es esa vocecita que te dice “¡Pobre de mí!”.
La víctima interna tiene algo de mártir. Se siente perseguida y maltratada y es posible que se pase el día criticando a los demás o a las circunstancias. Desde luego tiene el foco de atención en todo aquello que le produce dolor o frustración y no sabe gestionarlo muy bien, metiéndose con frecuencia en un blucle de mal humor.
La víctima interna es la parte que está detrás de que te quejes mucho, a veces en alto y muchas veces solo en tu diálogo interno. Cuando otras personas te ofrecen soluciones prácticas, es posible que incluso te ofenda. Al fin y al cabo lo que nuestra víctima interna busca no son soluciones.
Las víctimas internas se suelen sentir solas incluso cuando están rodeadas de personas cercanas. Si alguien critica a esta parte de nuestro mundo interno, comienza el drama: tendemos a retraernos, hacer pucheros o enfurruñarnos. Y si las cosas se ponen feas de verdad y alguien se enfada con nosotras, nuestra víctima solo quiere rendirse y desmonorarse. Quizás no te des cuenta del todo, pero esta dinámica te hace pequeñita, te quita poder.
¿Te reconoces en las siguientes características?
🪆 Pasas mucho tiempo pensando que otras personas te han tratado mal, te hecho daño o todas las injusticias que te ocurren.
🪆 Pese a que quizás en el fonde te sientes triste o frustrada por tus circunstancias, sobre todo te sientes impotente y no sabes qué hacer para cambiar tu situación.
🪆 A veces te sientes sola y desamparada y lo único que te gustaría es que alguien viniese a rescatarte.
🪆 Sientes envidia y te comparas con otras personas más de lo que te gustaría.
Déjame que te cuente el quid de la cuestión:
Por difícil que resulte de creer, tu víctima interna tiene una función muy clara:
Protegerte.