Cuando ella tiene mucho poder, tu energía se dispara: logras retos que parecían imposibles, organizas lo inabarcable y tomas decisiones rápidas.
Pero también te vuelves impaciente contigo misma y con los demás, crítica con quienes tienen otros ritmos, y dura con cualquier error o imprevisto. Para tu controladora interna solo existen dos estados: tener el control y sentirte segura… o perderlo y sentir miedo, inseguridad y enfado.
¿Cómo puede estar interviniendo tu controladora interna en el día a día de tu negocio sin que apenas te des cuenta?
🪆Te cuesta delegar porque sientes que nadie hará las cosas como tú quieres.
Querida, déjame que te cuente el quid de la cuestión:
Tu controladora interna no quiere amargarte ni llevarte al burn out; en realidad intenta protegerte. Quiere asegurarse de que nada te ponga en peligro, que no cometas errores y que nadie te decepcione.
Pero en su intento de cuidarte, termina agotándote, limitando tu capacidad de confiar y alejándote de la ligereza, calma y disfrute que necesitas para expandirte. Te hace creer que sin control no hay seguridad, cuando en realidad tu verdadera fortaleza aparece cuando puedes sostenerte incluso en lo incierto.
Por eso, aprender a escucharla sin dejarle el volante de tu negocio es clave para crecer con más calma y confianza.
Estas dinámicas de autosabotaje son profundas; no se resuelven con un test, pero sí puedes empezar a desenredarlas poco a poco.
Si quieres seguir descubriendo cómo se mueven estas partes internas en tu negocio, quédate cerca de la casita de Inconsciente femenino: en mis cartas íntimas hablo de ellas una y otra vez, compartiendo historias reales que inspiran, conmueven y te muestran cómo transformar estas partes internas en auténticas compañeras de tu expansión.