De niña aprendió a hacer aquello que recompensa la sociedad para sentirte vista y valiosa.
Olga se ha dejado atrapar en una búsqueda constante por aprobación y admiración, trabajando incansablemente y sacrificando sus propias necesidades.
Producir se ha convertido en una condición para sentirse amada y aceptada, hasta el punto de que sus logros definen su identidad. Si no tiene algo que hacer, siente un vacío infinito.
Se podría decir que Olga se ha convertido en una yonkie del estrés como mecanismo para sentirse viva.
A corto plazo, su arduo esfuerzo la hace sentir valorada y exitosa, pero a largo plazo se encuentra insatisfecha y exhausta, incapaz de saborear sus logros.