“Primero bailo para encontrarme. Cuando ya me encontré, bailo hasta que la bailarina que hay dentro de mí deje de existir y solamente queda el baile en sí.”
Pese a llevar muchísimos años metida en el mundo de la psicoterapia, tardé muchísimo tiempo en conocer de cerca la danzaterapia. Había oído hablar de ella, pero había algo en el nombre que me hacía pensar que no podía ser “una terapia seria”. En España en el ámbito universitario predomina la corriente cognitivo-conductual, en Alemania, más de lo mismo, solo que por motivos de tradición y el legado que tienen de Freud, también tiene mucha relevancia el psicoanálisis. Ya está. El resto de corrientes psicoterapéuticas lo tienen bastante difícil para abrirse camino y mucho más si no son puramente cognitivas.
Hace varios años leí un artículo sobre la danzaterapia y no me convenció. ¿Psicoterapia bailando? ¡Eso no puede ser científico! pensé. Lo curioso es que por aquella época ya bailaba sin parar y a nivel personal ya sabía el poder terapéutico que puede tener el baile, pero aún así, una parte de mi despreciaba la idea. Supongo que por aquel entonces seguía muy enraizada dentro de mí la convicción de que el raciocinio es lo más importante que hay y que bueno, el cuerpo es importante, pero eso de la memoria corporal tiene un toque rozando lo esotérico.
Por suerte en mi viaje a India llegué a una asociación de mujeres que trabajaba usando la danzaterapia con supervivientes de la esclavitud sexual. Ellas me enseñaron lo poderosa que puede llegar a ser esta herramienta y cuando experimenté cómo funcionaba, finalmente entendí que el mundo académico está lleno de prejuicios y que se suela olvidar la importancia de incluir al cuerpo en el proceso terapéutico no es más que una representación de cómo estamos acostumbrados a vivir en Occidente. Desde entonces, fascinada por este descubrimiento, no he podido parar de formarme en todo lo relacionado con danzaterapia, el cuerpo humano, su fisiología y anatomía y he descubierto que la neurociencia nos está trayendo mucha evidencia científica que avala que en muchos casos, como por ejemplo en la integración de traumas emocionales, es imprescindible incluir al cuerpo. Creo que con algo de tiempo la danzaterapia y en general las psicoterapias corporales, van a extenderse y me llena de ilusión ser parte de este movimiento.
La Danzaterapia es un tipo de psicoterapia expresiva que integra modelos de distintas escuelas como el psicoanálisis, la terapia Gestalt y la terapia humanista. Utiliza el movimiento y el baile con fines psicoterapéuticos buscando la integración física, mental y emocional.
Está orientada a la experiencia presente siendo la vivencia la que adquiere el papel protagonista y no el análisis cognitivo y racional, el cual solo se incorpora en la fase integrativa final. Por medio del cuerpo llegamos a las emociones escondidas y solo cuando las hayamos encontrado y hayamos experimentado suficiente con ellas, intentaremos ponerle un nombre.
Este tipo de psicoterapia trabaja con la conciencia corporal, ya que incorpora sensaciones corporales y molestias físicas en el proceso terapéutico. Se basa en la idea de que todos los acontecimientos de nuestra vida se quedan guardados en nuestra memoria corporal, en nuestro sistema nervioso central y por medio del movimiento podemos expresar todo aquello que no se puede poner en palabras. Así podemos entrar en contacto con aspectos del consciente e inconsciente. A través del baile convertimos sensaciones difusas, casi indescriptibles en algo tangible y expresable.
En una sesión comienzas por llegar a tu cuerpo al compás de la música. Siguiendo tus impulsos corporales prestas atención a cómo se sienten las distintas partes de tu cuerpo y cómo te encuentras en el plano emocional. Después hay distintas técnicas y caminos, pero todos tienen en común intentar estar presente en el cuerpo en cada momento y dejarse sorprender por las emociones y pensamientos que nos llegan. Muchas veces son recuerdos del pasado o pensamientos que a simple vista no tienen nada de sentido. La idea es en un principio, no analizarlos, simplemente percibirlos, sentirlos y ya en la fase final de la terapia se intentará activar al cerebro pensante y encontrar palabras para procesar todo lo vivido en la sesión.
En una sesión de Danzaterapia no es necesario saber bailar, sino que basta la voluntad de sentir y seguir tus propios impulsos. El foco no está en la representación, actuación, valoración o en la estética, sino en el plano emocional y corporal. Se trata de desarrollar una autoconciencia física y emocional, promoviendo el autocuidado y la aceptación de uno mismo.
Aquellas personas muy racionales que no tienen mucho contacto con su cuerpo pueden sacar mucho provecho al elegir este tipo de terapia. Las limitaciones físicas tampoco son un impedimento.
La Danzaterapia es mucho más que bailar: incluye un amplio espectro de métodos más allá del baile y el movimiento, como por ejemplo la voz, el dibujo, la escritura asociativa, ejercicios de percepción corporal y de atención plena, metáforas y juegos de rol.
Es una oportunidad de desconectar un rato el cerebro pensante y oir todo lo que nuestro sabio cuerpo tiene que contarnos. Te animo a que si tienes la oportunidad, simplemente lo pruebes y te dejes sorprender por el efecto terapéutico que puede tener el movimiento y el baile.